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Rutina

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Cuando ya la rutina resulta conocida es complicado contar algo nuevo. Me resulta imposible decir que ayer hice paracaidismo, hoy atravesaré el Atlántico y mañana, si regreso del viaje a través del océano, haré bungee jumping. Mis aventuras se reducen a conocer a individuos curiosos con apodos curiosos (hey Sunshine!) que practican todas las artes marciales jamás pensadas, intentan explicar una serie desde el capítulo 26 y parece que lo logran con todas las parientes jóvenes de mi desconocido favorito.

Cuando las líneas de código y la responsabilidad predominan sobre los delirios etílicos o los paseos a tierras lejanas me resulta muy complicado contar algo nuevo. Estoy considerando llevar una tienda de campaña al laboratorio 106 y comprar una sombrilla que sea menos propensa a desarmarse y a que me golpeen con ella. Las partituras incompletas ruegan que les de amor y los histogramas me roban horas de sueño y sanidad. Divagar en el pretil a altas horas de la noche se ha vuelto costumbre y los recuerdos de aquel oscurantismo conocido como segundo semestre se van lentamente con las calurosas mañanas y las largas noches. Le perdí la costumbre al arrepentimiento y a los horarios de mañana y la única manera de tolerar horas de un dígito es que la luna me regañe con la mirada. No comprendo los circuitos y los espacios vectoriales son mi conexión al infierno.

Me resulta complicado contar algo nuevo cuando la rutina ya no es la misma. Ya las sonrisas son sencillas y muero por uno de esos helados juevesinos.

Would you always... Maybe sometimes...

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Los números me vuelven loca, mi kriptonita tiene nombre y apellidos (y no, no es usted) y mi estómago ya está que quiere tirarme de un sexto piso. La multa es de veinticinco colones y ¿qué mejor día para considerar la disposición para pagarlos que uno de esos lunes donde las cervezas de Fitos saben raro y estando a horas del cierre del ciclo base? No hubo búsqueda pero tampoco sabíamos que íbamos a encontrarnos, el universo aparentemente lo sabía y no sé si pretenda conservar la historia a como me dejé Rayuela durante semanas y lo elevé al nivel de Biblia. El significado de mi nombre es lo que me falta y quizá lo que nunca tuve porque estoy fuera de base, fuera de la cancha y fuera del estadio.

Los olafos saben bien con espontaneidad juevesina a pesar del toque amargo de seguir perdiendo apuestas y mi estómago no aguanta ni dos sílabas más. El desconocimiento hasta cierto punto es cansado, más cuando uno empieza a ver signos de pregunta en vez de nubes. La juventud es complicada cuando no todo es impulso y disculpas fingidas y el tiempo es complicado cuando ya no se mide en segundos si no en clases de circuitos y canciones para olvidar el tedio de los viajes en bus. No puedo con Grizzly Bear y sus make it easy, take your times y con el resto del cosmos siendo inconveniente y alegando normalidad. Pero bueno, usted lo sabe y ellos lo saben... la única que no sabe ni dónde está parada soy yo. La tierra de la costumbre está a la vuelta de la esquina y mientras los granos de arena caen a velocidades que dan miedo, Morfeo sigue recordándome que no es tan buena idea escribir la historia de mi vida en un blog en internet pero igual me pone las palabras en la cabeza y me ruega que no las desperdicie.

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Morfeo llama por cobrar y le indigna que me rehúse a contestar las llamadas. Ya para este punto cuestiono lo incuestionable, posibilito lo imposible y veo el mar de largo porque nadie quiere ser revolcado contra una ola y pegar contra las rocas por segunda vez. La rutina se pierde y lo recursivo de olvida, la irresponsabilidad predomina y los fantasmas están en procesión. No quiero probar nada ni demostrar que existe el agua tibia, cuando uno duda hasta de su nombre las nubes se vuelven verdes y el zacate azul, y le pido con favor y con una espada en mano que no me lo cuestione. Muchacho, le solicito con poca amabilidad que no me haga desastres en el universo. Nada más pase, tómese su cafecito y limpie su desastre antes de cerrar la puerta. Ya me destrozaron la mesita china color gris que era gris en 1945 (Copyright, alguien más)  entonces me quedé sin lugar donde servir el almuerzo y el sillón está hecho un asco entonces toca dormir en el piso helado paralelo a la Vía Láctea. Ayer hacía un sol del carajo y hoy hace frío pero no hay bruma. Fuera de ahí soy capaz de salir corriendo a perseguir estrellas explotadas, adoro las estrellas explotadas y discúlpeme que me tengo que ir porque voy a fingir que me están llamando. Ooh la fucking la, perhaps there's a new favourite stranger and I'm following the template again after several solar cycles of constant nonsense.
Señores, exploten las estrellas y compren algodón de azucar. Comencemos con el refactoring mal hecho de una esencia...