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Would you always... Maybe sometimes...

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Los números me vuelven loca, mi kriptonita tiene nombre y apellidos (y no, no es usted) y mi estómago ya está que quiere tirarme de un sexto piso. La multa es de veinticinco colones y ¿qué mejor día para considerar la disposición para pagarlos que uno de esos lunes donde las cervezas de Fitos saben raro y estando a horas del cierre del ciclo base? No hubo búsqueda pero tampoco sabíamos que íbamos a encontrarnos, el universo aparentemente lo sabía y no sé si pretenda conservar la historia a como me dejé Rayuela durante semanas y lo elevé al nivel de Biblia. El significado de mi nombre es lo que me falta y quizá lo que nunca tuve porque estoy fuera de base, fuera de la cancha y fuera del estadio.

Los olafos saben bien con espontaneidad juevesina a pesar del toque amargo de seguir perdiendo apuestas y mi estómago no aguanta ni dos sílabas más. El desconocimiento hasta cierto punto es cansado, más cuando uno empieza a ver signos de pregunta en vez de nubes. La juventud es complicada cuando no todo es impulso y disculpas fingidas y el tiempo es complicado cuando ya no se mide en segundos si no en clases de circuitos y canciones para olvidar el tedio de los viajes en bus. No puedo con Grizzly Bear y sus make it easy, take your times y con el resto del cosmos siendo inconveniente y alegando normalidad. Pero bueno, usted lo sabe y ellos lo saben... la única que no sabe ni dónde está parada soy yo. La tierra de la costumbre está a la vuelta de la esquina y mientras los granos de arena caen a velocidades que dan miedo, Morfeo sigue recordándome que no es tan buena idea escribir la historia de mi vida en un blog en internet pero igual me pone las palabras en la cabeza y me ruega que no las desperdicie.

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