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Los billetes de euros nos devoran como waffles

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Definición moderna de catársis
Lo más frustrante de tener un trabajo relacionado con finanzas es manejar cantidades absurdas de dinero sin poder poseerlas. Son punzadas y cortadas y literales leñazos de puro cinismo y realidad, de puros vientos que indican que estoy a nada de los piedreros de afuera del portón.

Hoy las finanzas son un recuerdo relativamente lejano, y aquel mango que compré en ese departamento se me pudrió gracias a las proezas de la memoria, pero la sensación de vacío vino para quedarse y da miles de vueltas en la rueda de Chicago sin sentir ni el más mínimo mareo. Ella usa sombrero de copa y vestido verde lima porque busca llamar la atención a como de lugar, porque busca recordar la falta de aire y volvernos claustrofóbicos y catárticos cada vez que se le viene en gana. Ella baila en la opulencia y revela la foto en negativo, dando esperanza en cada quincena y removiéndola a los dos días del depósito. La próxima será mejor, la que viene es la salvada, el pasto es más verde del otro lado y el horizonte siempre promete ser mejor que el camino recorrido o las huellas de las botas.

Mi sweater está llena de pelo de gato y mañana viene la navidad de cada quincena. Pero el pronóstico no anuncia un clima soleado para esta vuelta de calendario si no para el próximo. Mientras tanto, compremos postales y pasemos toda la noche practicando Fatalities con Kitana.

Twin Demons: Leaf

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- Never works, does it?
- What gives.
- It does!
- No, it doesn't. Right now I'm wasting my time so I better leave. You always make me waste my time.
- No I don't! Well, I intend not to.
- Well, you're doing it wrong. Fix it. Or do us a favour and take her to your dorm instead of mine, would be better for all three of us.
- That was a big mistake, I know.
- I'm just giving you an unfriendly reminder.

Silence and heavy air currents. As always.

- You do care, I can see it in your eyes.
-  My eyes only reflect their colours.
- Before you there was this girl. I never knew how but she just left, all swift and sudden. Came by two years later, she had someone else and he was tall and looked pretty fine. We went to the movies with a huge group of friends, then one left, then another... we were only five by the coffee time. The evening ended at my place, lots of booze and lots of everything. She was drinking oceans of vodka, wanting to forget something that was never remembered.
- Problems within relationships are common. You've got a moot point.
- Perhaps I do, perhaps I don't.
- Does it have a happy ending?
- I'm not sure. She began whispering in my ear how funny this all was. The months she waited in her tower for a knight in shiny armor to come save her. The seconds when she drifted to a far off corner of her head and dreamt of the guy having someone else to forget her and then all the romance and dropping knickers. The days when she wondered if someone else dreamt the same and when she wondered how many of us were mismatched. And the days when she hated herself for just running away.
- Did you do something?
- Took her to bed, I wasn't the knight in hoodie she was looking for. But in some way she might be right, I'm hell sure I'll be in that position someday.
- As far as I know, I'm not knighting yet. And as far as I know, not every story deserves medieval crap and happy endings.
- That's a fine answer my lady, for now.
- For now and forever. Perhaps each of us has only one knight card, you already got yours. You have one left to use. And I beg you, please don't use it in my room. I have seen your face more times than I would like.
- So cold.
- Thank you.
- Could we still be friends?

I looked at my wristwatch, moved a strand of hair backwards and nodded.

- I never wanted to be friends with you in the first place.
- But could we try? Everyone deserves a second chance, Aka.
- Not if you call me like that. Is there something I could gain from that?
- I'm not sure, I'm not on bargaining mode today. Friendship is good, everyone deserves the pursuit of a happy ending unlike the girl from my story.
- I'll ask anyways, could it be worse for her?
- He was queer as a three dollar bill and she knew.

Anualidad

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Va en serio











Hoy se cumple un año desde que ayer se cumplió un año desde la primera noche en vela del dosmiltrece. La primera noche en la que, después de un dosmildoce de estarle pidiendo peras al horno (dejemos al olmo en paz por favor) y de pedirle al señor en el que no creo que me crea y que me deje viajar en el tiempo, volví a perder la esperanza y quise matar a la pobre Tencha cuyo único pecado es hacer feliz a la provincia de las noches cortas. Lo malo es que las madrugadas son largas y frías, lo bueno es que el año impar me trajo la suerte que el año par me arrebató con sus largas y afiladas garras. En este año par ya las curitas quedaron en la basura y la suerte no aparenta tener intenciones de abandonarme, en este año par le dedico mil y un fuegos artificiales al individuo que amarró con correa a mi suerte.

El juego cambia y hay poco tiempo para memorizarse las reglas antes de echarse al agua. En el agua hay peces y la pecera del Bambú está horriblemente sucia. Si recuerdo bien, al tercer strike es que funcionó el asunto pero por motivos de que soy una desubicada estoy prendiéndole velitas al día en el que empezó la película, no al momento romántico cliché que desencadena las comidas de helado masivas. Ya los gatos no matan curiosas, ahora usan arneses y se ostinan todos porque normalmente pueden y ahora no. Según él tengo la inteligencia de un gato de tres meses, y según yo el gato de tres meses tienen garras que atacan a los que ofenden. Siempre hay que dejarse caer en tentación y que aún así nos libren de todo mal, amén.

Pronto traigo sorpresas para este espacio de divagaciones e ideas mal alimentadas con Sriracha. Mientras tanto, no me deseen suerte si no pídanle a la condenada que se quede por acá porque me encanta tenerla.

Los mareos y maravillas de viajar

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Deberían darme una medalla por sobrevivir a tantas despedidas y a volver tantas veces a mi escenario costarricense. A la mierda las hazañas de caballeros, nobles o comandantes militares; los que poseemos corazones tan estripados como el paño de secar trastes somos los verdaderos acreedores de las medallas doradas para cubrir los huecos del pecho. Y es que el altísimo en el que no creo tiene una amplia pero reducida cantidad de torturas para el alma: proveer la experiencia y luego hacerme volver al país en donde el ICE le pide a los usuarios que modere el uso del internet.

El relato empieza cuando la soñadora se monta en la nube y no en la arepa voladora. Empieza cuando el taxi llega a su destino y nadie contesta pero la ebria y acogedora recepción media hora después convence. Y los demás días convencieron aún más porque en la franja de tierra que reposa entre placas tectónicas existe algo que allá no: una familia. En la franja andina de Joe Vasconcellos e Inti Illimani existe un depa en el que tres personas llevan más de dos semanas juntos y que no tienen marcas de agresión en el pescuezo o signos similares comunes en la mayoría de los individuos independientes que he tenido la dicha de conocer. No dormí en el suelo y compartí cama y compartí alegría y compartí guaro. Se carretió a más no poder y gracias a Pablo descubrí la teleserie que me mantendría entretenida en tres de las horas de tortura aeropuertaria. Villa hace unas empanadas no empanadas deliciosas de insertepalabrachilenaquenosepronunciar con insertepalabrachilenaquenorecuerdoqueessinonimodechimichurri y Octavio nos presta la pieza y la alegría para los tourcitos no profesionales ni remunerados en lucas. Estrellita dorada para los chiquillos por hacer maravillosa la experiencia de viajar.

Desde la Moneda los turistas nunca verán lo que ellos ven y las empanadas de pino saben mejor en el local escondido en una de las esquinas. El erizo punza en puta, la vida es cara y la recompensa no tanto. Acá no hay Nerudas ni Parras si no el blues universal del universitario esforzado que devora pasta con pollo e historias a más no poder, acá los tours empiezan a las once y media y terminan a las tres bajo la luz de la autóctona luna y del televisor que no pasa nada bueno a esas horas de la madrugada. La Piojera es otro mundo con sus terremotos, sus borrachillos que se disfrazan de discapacitados (se parece pero...) y las señoras que cuidan y le piden sopapos a extraños. Acá la llevan demasiado suave al inicio del semestre y al inicio de la semana y al inicio de la hora. Acá se baila jugando Tomanji, se venden indios pícaros y se ve el mundo desde lo más alto del Santa Lucía (aunque me contaron que el San Cristóbal es más alto que la cresta, queda pendiente la confirmación). Acá hay chance de encontrar extraños interesantes, no asaltantes. Acá la gente es lo suficientemente memorable para recordar el nombre y al rato el apellido.

Epílogo
El muchacho del bus se llama Alejandro y es una teja y el Américo dijo hasta luego pero desapareció y no volvió más. La Dani y yo bailamos como a las dos de la mañana porque chao con todo y porque me pegaron la maña de ponerle artículo a los nombres. Escribo sentada en un restaurante de tercera con precios de primera con promesa de wifi y cumplimiento que no hay. Falta hora y algo para tener posibilidad de conectarme a la nube y tirarme todos los capítulos de la novelilla chilena esa. Quiero volver a la cima del Santa Lucía y puta que extrañaba los cigarrillos. Me quedó pendiente escribir de Jake Bugg y de ese nudo en el estómago que generan los choques de visiones. Quizá vuelva algún día y vaya a Bellavista y quizá cuando vuelva me pregunte si el vivir en un sitio lo ciega a uno de su belleza. Porque a Juli no le gusta Santiago y creo que a ellos tampoco pero para mi es infinitamente más lindo que mi hueco y, dejando de lado las comparaciones, tiene un maravilloso encanto.

(Nota: Este blog y la persona que lo escribe tienen un nivel de patriotismo que está por el culo).

II
Luego de haber finalizado todos los párrafos que están antes de este, me permití vivir las cinco horas más aburridas de mi joven existencia marinadas en un café horrible y con palabras de un nicaragüense bien curao. Hasta ebrios nos detestan, wow. La falta de internet es más que desesperante y, una vez más, ojalá que le caiga un piano encima al que maneja la logística de Avianca. Chile, te quiero pero odio tu aeropuerto. Y quiero ver Mamá Mechona o algo, maldita sea, ¿es mucho pedir una conexión decente y barata para los pobres pasajeros que están desesperados por mandar un solo mensaje? Avianca, te odio infinitamente.

III
Chile me despidió con un terremoto y Costa Rica me dio la bienvenida sin señal y sin internet. Nada que decir.