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Bomba

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Estudiar informática es agotador. Entre tanta bomba (y recursividad en ensamblador... ¡RECURSIVIDAD!), algoritmos con tiempos mínimos para satisfacer al usuario y quejosos impertinentes ya ni se tiene tiempo para dormir tranquilo. Es terrible programar hasta en sueños y que las bombas exploten con demasiado folclor.

No me gusta la cebolla
y menos la remolacha,
yo no vengo por el tata,
¡vengo por la muchacha!
¡Uyuyuy bajura!
El problema de tanto uno, cero y movimiento del esp es que la cabeza de uno no tiene campo para ideas distintas. No sé si los matemáticos sueñen con límites o si los abogados tengan pesadillas con los huecos de la constitución. La carta de la muerte invade los sueños y ya no recuerdo cual es la carta que define el hilo de mi destino. No sé si hayan energías, no sé si hallan melodías, no sé si hay algo que se pueda saber. De por sí, quizá la luna llena no caiga lunes y quizá pueda dejar botado el semestre y perseguir estrellas en un camello rejego. Las matrices me tienen hasta el carajo y ya no puedo con esos muchachillos subidos que aprendieron a programar en Pascal.

Quisiera tener acceso a internet siempre (gracias ICE por robarse mi plata -.- ) para publicar siempre las tonteras que tengo en mente. Quizá hablar del matrimonio y sus posibilidades (NO QUIERO CASARME, tengo 19). Recordar historias de miércoles y pensar que existen finales felices y no sólo ataduras "divinas" cuyo propósito es procrear. Podría no pensar en vestidos largos largos o vestidos hawaiianos y recordar el silencio. El abandono por pantallas y las catástrofes o casualidades que pueden salir al combinar búhos y palomas. Podría pensar en cualquier cosa menos en los bits, ya son demasiados los bits. Ya es demasiado el cansancio y apenas se está moviendo la aguja pequeña del reloj.

Antónimos

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Créanme, enamorarse es feo. Es complicado entregar el corazón propio porque el sistema circulatorio procesa el alcohol más lento. Los tatuajes en las arterias son permanentes y el amor hace que cada centímetro de la piel impida olvidar su presencia. No se enamoren, les conviene.

No se enamoren si quieren seguir llamándose homo sapiens. No se pierdan si desean seguir con el plan. No reciban un corazón ni lo cambien por el suyo, los sistemas están por algo y las fusiones generan outputs explosivos. No se enamoren si quieren vivir en paz.

No se enamoren porque si lo hacen correrán persiguiendo la luna, si lo evitan descansarán. No se enamoren porque los suspiros gastan aire, contengan el aliento y ayuden a la Madre Tierra a no contaminar. No se enamoren porque sus amigos se pierden y se les cambia el bit de signo, no hagan desastres, les costó mucho armar la torre de legos. No se enamoren si quieren conservar la coherencia, si le quieren dejar un espacio nulo al absurdo y ordenarse en tiempo lineal.

Eviten los besos y pasiones desenfrenadas, la mente no está lista para tanta serotonina. Eviten el afecto, causa adicción, no sonrían sin razón ni saluden al sol. No llamen a nadie después de la doceava campanada, mejor no apurarse antes y madrugar programando. Para abrazar algo suave mejor está la almohada y para llorar mejor el sofá. No escriban drogados, se vuelven lineales y la santa cerveza en helados trocar. No se ocupa compañía para tachar ítems de la lista, aunque sea preferible, no se dejen engañar.

Domingos largos y lunes lunes es lo que le aguarda al que su corazón da. Una voz calmante y pocas palabras clave son los handicaps que le esperarán. Sus amigos no entienden y usted tampoco lo hace pero un micro-universo le surgirá. ¿Para qué dar sus sueños, anhelos y miedos si nada más se puede soñar?

No se enamoren si quieren entenderse y si lo hacen no se pierdan al volver. Pero si les gusta correr en la arena, dibujar constelaciones, volar en columpios y que les bajen la luna... enamórense pero de quien les traiga un collar con una estrella dorada.

(des)ilusión

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La ventana de la biblioteca tiene una vista hermosa y el tiempo vuela mientras en otro país los árboles pierden las hojas por el otoño. A cinco centímetros por segundo caen los pétalos de sakura y cada cuatro nanosegundos mi cerebro procesa un porqué. Volemos como aviones de papel sobre la jungla del Amazonas, pero luego permítame quemar el suyo para no seguirle causando molestia. Alicia no sabe porqué el conejo va tarde pero el hueco es infinito y el tiempo no regresa cuando ya se ha perdido.

Volvamos al mañana, al cafecito que tomaremos antier y a las cervezas prometidas. Al estado en el que la mente olvida el estudio y piensa cambiar los dígitos binarios por caracteres orientales e interpretaciones inmediatas. Al punto donde se abandona el ego y donde se silencia al orgullo. Donde el fragmento que pide a gritos una de mil oportunidades es opacado por la razón y el realismo. No hay final y no hay película, hay alternativas, desvelos y lugares donde seguir encontrando a la Maga. No hay biblias pero sí hay píldoras, no hay esmero pero hay universos artificiales y efímeros. Y falta de comprensión porque puta, soy la persona más molesta del universo y usted es lo mejor que nos pudo haber pasado. Usted es el nuevo Jesucristo pero sin nombre feo, el mesías de bien re-largo y yo nada más estoy para pegarle plumas a sus alas. La vista desde el rascacielos es verdaderamente hermosa y volver al estado mental en el que se anhela la lucha es un completo atentado.

La desesperación es buena porque impulsa los límites y acondiciona las neuronas. Que levante la mano el que nunca ha hecho trabajos a última hora y que venga conmigo el que bebe para obtener inspiración. Boo les robará el alma a todos y la convertirá en monedita dorada, siéntanse especiales. Sólo queda quitarse el sombrero y apreciar a los valientes que reman con uno en la tormenta. No soy Matthew Murphy pero creo que con píldoras y un poquito de falta de amor al aire algo sale. La vista desde la biblioteca de salud es hermosa, reacomodar las cantidades de atención brindada entre los amigos fantasma y las estrellas es bueno para la sanidad y en algún otro país los árboles pierden sus vestidos por culpa del otoño.

Mundialinho!

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"¡Qué parida!" - Borges (2013)
De todos los días en los que decido quedarme en mi casa viendo un partido tenía que ser tan tarada como para quedarme hoy. Pero bueno, a buscar en los cajones más ocultos de la casa el librito de Portuguesinho for Dummies o como se llamen esos manuales para turistas y vamonoooooos. Jódanse todos con eso del opio del pueblo o el pan y circo, suficiente tengo con ensamblador como para aguantar sus quejas. Estamos, con triunfo ajeno, pero estamos. Cuando perdamos en la fase de grupos pueden quejarse de Pinto y tratar de no derribar los puentes bailey, si pasamos a octavos háganle estatua y vuélvanse locos en la Fuente de la Hispanidad, alaben a San Pinto y a sus predecibles cambios. Mientras tanto, ¡clasificamos carajo!

Eso sí, alégrense por el chance de ver los partidos brasileiros en sus respectivas casas, colegios, bares favoritos, huecos o paredes con proyector, pizza y birras. El fútbol es fútbol y nada más. Es gritarle al tele y nada más. Es ser más hábiles que Pinto para la dirección técnica y manejo de la logística o como se llame (no soy muy experta en la materia, nada más soy de las que maldicen con goles ajenos y pésimas jugadas y celebran los goles propios... no me pongan a hablar de stats de Celso Borges, Pemberton y esos maes que con costos me sé los nombres). Porfis no mezclen el circo con la política, el asueto es cómodo pero innecesario y no sé que hace don Johnny celebrando en tierras jamaiquinas. Estimado PLN, el viajecito y la gloria es para los muchachos que persiguen la bola, no para ustedes con sus altas dosis de desastre, puentes de emergencia y distractores. Arreglen los errores para ver si acaso nos queda país en el que podamos celebrar goles.

Y sí, en serio me voy para Brasil y sé decir tres palabras en portugués. Tomaré fotos el próximo año.