La muchacha sin olvido dejó caer una lágrima sobre la autopista. La bodega de sus recuerdos estaba más que llena pero ni construyéndole un ático al ático o cavando un sótano en el subsótano podría o querría hacer más espacio. Cada centímetro de su piel estaba lleno de recuerdos y el tacto le resultaba desagradable porque odiaba iniciar la película una y otra vez.
 |
Podría poner un puente más bonito y cliché pero no... Galleta de coco a quien diga cual puente es. |
Odió al muchacho del otro día por olvidar el jueves de café, a los artistas olvidados por la sangría y a la cantante por olvidar las películas. Odió ser aquella que recuerda pero no a quien buscan, detestó con todo su corazón el sistema de interés y búsqueda. Detestó su primer beso etílico y no ver el mensaje al día siguiente, el saludo después de dos meses y los acordes de luna llena. Detestó sus amore
s prohibidos y sus caricias inhibidas, luchó por olvidar nombres y terminó con inventario. Lloró al verlo con otra y sollozó al pasar los años, sintió en la brisa las nubes de lluvia de antaño. En un verano soleado en la playa conoció a quien le cambiaría la vida, pero a ella nadie la recuerda, a ella nadie la admira. Ellos reclaman olvidar datos y ella tiene mementos cristalizados, es mejor la cámara de las retinas que las leyendas bordadas. Al caer el agua fría recuerda lo áspero de sus dedos, la violencia sin caricias, las palabras y el duelo.
La muchacha sin olvido dejó caer una lágrima sobre la autopista, voló como la seda y borró su memoria bajo la tormenta.
0 comments:
Post a Comment