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Pasión

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Pocas cosas son tan aburridas como la vida de un oficinista sin pasión. El clic del monitor y la luz del teclado se vuelven abrumadoras en los primeros treinta segundos y, si no se tiene amor, vocación o título, la juventud se escapa por las fibras llenas de migajas de papa de la silla en la que uno gasta a lo sumo siete horas de la jornada. Algunos atienden llamadas, yo me encargo de sufrir el error de una muchachita de diecisiete años que juró y perjuró que su corazón estaba hecho en C++. La seguridad de un colegial es la cosa más cuestionable de la historia y en los tests vocacionales deberían medir la resistencia del ojo al fluorescente de cubículo. Sofía del pasado, usted me cae muy muy mal.

Por la meretriz! Dénse cuenta, carajo!
Mientras tanto, en el otro lado no tan apartado del continente sufren por errores más graves que permanecer en la carrera equivocada. En esas zonas no tan foragidas los estudiantes y no estudiantes sufren porque los ingenieros se vuelven expertos taxistas y porque los choferes duermen en sillas presidenciales y hablan con los pájaros. Estamos en el apogeo de la icnoransia [sic] y del desastre. Venezuela está cayendo en un abismo, Kiev se nos quema, en Sochi hay juegos de invierno pero todo lo demás es un chiste... se nos acaban las cartas muchachos, acá terminan las jugadas de fogueo y toca pelear en serio. Acá hacen falta personas que se pongan los guantes y los pantalones y carceleros que suelten llaves. Si Dios existiera yo haría una oración por Venezuela, pero no por que acaben las manifestaciones, si no para que sean un pueblo hecho y derecho para elegir gobernantes que mínimo piensen como chiquito de colegio. We accept the love we think we deserve... and yeah, it applies to government too.

Subiendo un poco en el continente, en algún lugar de la internerd, un individuo en pijamas comenta en La Nación que hay que ser agradecidos por vivir en Costa Rica. Gracias virgencita por darnos este país tan bonito, votemos por don Yoni porque él no es Maduro y me dará veinte mil colones al mes pa comesh. (Sí, soy muy franca con mi ideología, ¡abajo el continuismo político!) Quien quita y, si el pueblo decide dormir de nuevo, les ofrezcan aumento a los de la juerza pública para encerrarnos. Y sí, uso el primera persona plural porque no me gusta ver todo desde una ventana de oficina.

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