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Demonios de una madrugadora involuntaria

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(Hoy ando con pereza de esconderla: Last Night I Dreamt - The Wombats)

Soñé que estaría en el reino de Morfeo, pero la costumbre hizo de las suyas y me sacó a la fuerza a las siete y media de la mañana. Ya las alarmas a horas horrendas son innecesarias, pero la costumbre obligó a mis ojos a necesitar luz a las siete y cuarenta. Tres días y espero cambiar la rutina, el demonio de la costumbre no debe vencerme, tengo un palo de bamboo, una pereza impresionante y habilidades de esgrimista frustrada.

El segundo año en la universidad es tan irrelevante como los diecinueve, el desconocimiento ya no es excusa y lo novedoso pasa al plano de lo usual. La libertad ya no es tan gloriosa como la primera cerveza en una tarde calurosa de fin de semana veraniego (ojalá en la playa), ya sabe más como a la quinta. Pasa de privilegio a necesidad, de tener suerte al tenerla a ser un desdichado al no tenerla. El asombro se pierde y con ello cualquier posibilidad de abordar la filosofía como es debido. Ay costumbre, ¿qué me has hecho?

Son cada vez menos las oportunidades de convertir la matrícula en una lotería cósmica y ya no se inicia de cero si no que de dos (no estoy contando mal los semestres, es en serio). No puedo cambiarme el nombre y empezar como en una ciudad distinta pero tampoco tengo mi vida hecha, los experimentos aún son posibles, probables y obligatorios.

Nueve y cuarenta y nueve y mi padre cree que vivo a una hora de la universidad, ay pobres personas que subestiman el sistema de transporte público y sus tiempos (sí, acabo de darle puntos a nuestro intento de sistema de buses). La obsesión por la puntualidad ya no existe y el demonio de la costumbre trata de eliminar el azar de mi vida pero me rehuso a dejarme vencer. Mi rutina es lo distinto y aún existen infinitos chances de vivir de manera extraordinaria. Por convicción propia y casi forzada borraré de mi rutina casi todas aquellas enseñanzas que me acercan a lo fijo, aún no tengo veinte y esa es la mejor de las excusas.

Espero seguir siendo capaz de convertir mis días universitarios en una aventura a pesar de los sutiles hilos de la monotonía.

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