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Semana Santa

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Nota: no me tome en serio ni me eche agua bendita. Aprovéchela en cualquier otra cosa y disfrute lo que queda de la semana (:

¡Amén!
En el fin del mundo no hay ríos de oro ni arcoiris, no hay vacas sagradas ni genios en lámparas de latón y sobretodo no hay frío. El fin del mundo es un hueco cercano a la frontera con Nicaragüa donde tenemos mil y un insectos y congos aulladores en una perpétua guerra sónica. Hay brisas veraniegas que ocultan el calor en la pradera (diré pradera para no decir "potrero" porque, aunque no sean sinónimos, el primer vocablo suena más bonito) y que atrasan el deterioro de la capacidad cognitiva. Pero bueno, Jesús murió por nuestras vacaciones y pronto empieza la ley seca (al menos para los que no iremos de ociosos a los municipios en los que decidieron vivir en el siglo XXI y no aplicarla) entonces hay que aprovechar las promociones absurdas de refrescos etílicos y disfrutar del ocio extremo frente a las costas norteñas.

Los cambios de rutina nunca están de más, y si la rutina de uno es tener días distintos entonces podemos hablar de cambios de escenario. Cambiar el calor citadino (Ay veranito, cómo te quiero u.u) por el calor de las ardientes tierras del norte (Diría "La tierra del fuego" pero ese nombre está reservado para el archipiélago patagónico) y los mosquitos que deambulan en ella. La casita en el medio de la nada y la brisa mágica me protegen por ahora, pero cuando sale el sol no hay nada que me salve. Le agradezco a la luna llena por haber tenido el chance de evitar las películas de Semana Santa durante todos mis años consciente y a mis profesores universitarios por ser comprensivos y no dejarme ni un sólo trabajo para hacer acostada en una hamaca y tomando refresquitos helados.

Pero sí, creo que mi punto es bastante claro. No es necesario creer en el señor resucitado para ser capaz de disfrutar del recreo. La única penitencia que acepto (a regañadientes) sufrir es la falta de lucidez de mis acompañantes, pero nada más. El conteo para las vacaciones inicia desde el miércoles en el que a la gente le parece normal caminar por la calle con ceniza en la cara y se deja de contar al día siguiente... la sorpresa provocada por el común olvido resulta placentera a ratos.

Pero sí, vacaciones. A como yo olvido mi nombre en las mañanas las personas del distante futuro olvidarán al señor crucificado y su relación con del fin de semana muy largo que tenemos en marzo o abril. Yo me divierto mucho imaginando niveles míticos de olvido y soy fanática de las historias hipotéticas. Soy una madrugadora incansable y todos los huéspedes de la cabaña en el medio de la nada visitan a Morfeo ahora porque mañana visitaremos el mar. Bienvenidos a *divagaciones y más*, les diría que les ofrezco té y galletas pero todavía debo una galleta de coco por la última adivinanza (?) entonces estoy sin provisiones y estoy escribiendo a punta de insomnio, poquitos de Smirnoff y marshmallows.

En el fin del mundo no hay barcos fantasmas ni nieve en canchas de fútbol, no hay pulperías cercanas y no se es vecino de Coraje el perro cobarde. En el fin del mundo hay cantidades industriales de nada que hacer y mosquitos inmunes al repelente.

Soundtrack: inexistente stream de ASOT 600 en Guatemala.

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